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Cannabis: decisión histórica

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En una decisión histórica, el Pleno del Senado de la República aprobó, en su sesión del jueves 19 de noviembre, el dictamen por el que se reforma la Ley General de Salud, el Código Penal Federal y se expide la Ley Federal para la Regulación del Cannabis, lo que establece un hito en la visión y tratamiento de las drogas en nuestro país.

En esta columna hemos atestiguado que en varios países esto se ha dado de manera paulatina, como un proceso normal de evolución jurídica y social. Hemos defendido también en este espacio la idea de que en México debemos evolucionar de la misma forma y superar el esquema prohibicionista que ha generado un mercado ilegal que propicia violencia, delincuencia y grandes ganancias para los grupos delictivos que han copado esos espacios grises, por ello, la noticia de la aprobación de estas reformas legales en el Senado es un aliciente y hay que celebrarla.

En primer lugar, la reforma falla porque mantiene un esquema prohibicionista ligado a sanciones penales. El derecho al libre desarrollo de la personalidad exige que cualquier persona que tenga capacidad para comprender lo que hace, pueda decidir qué es lo que considera que es mejor para sí misma. Este es un principio liberal que demanda que el Estado abandone el paternalismo jurídico y que permita que cada persona tome sus decisiones sobre su vida, cuidando, por supuesto, que esas decisiones no afecten a terceros. La reforma no alcanza a garantizarlo porque limita severamente la portación, posesión y cultivo de la marihuana y, en caso de no cumplir con esas restricciones, se da motivo al Estado para ejercer la acción penal.

Hace poco, un ciudadano quiso comprar 2,400 botellas de whisky en una tienda departamental y el establecimiento se negó; en consecuencia, la Procuraduría Federal del Consumidor (PROFECO) intervino para que la tienda vendiera su existencia, es decir, el Estado gestionó que un ciudadano adquiriera suficiente alcohol como para morir varias veces por congestión alcohólica. En el caso de la marihuana eso no va a ser posible, pues nadie podrá salir a un expendio a adquirir más de 28 gramos diarios en un solo lugar. Esto no tiene razón de ser, pues tan dañinos son el alcohol y el cigarrillo, como la marihuana, pero en este último caso se controlará férreamente su distribución, bajo amenaza de iniciar investigaciones penales. Es un sinsentido.

La reforma no permitirá más allá del autoconsumo y de la formación de asociaciones de consumo de entre dos y veinte personas, previa constitución ante notario público, es decir, no prevé que existan lugares como bares, expendios o centros de marihuana, en los que quienes deseen fumarla, puedan hacerlo de manera segura y cumpliendo con las disposiciones legales. En lugar de ello, se avienta toda la carga al ciudadano, imponiéndole la obligación de constituir una asociación civil exclusivamente para poder fumar marihuana y, además, obtener la licencia correspondiente, lo que crea un burocrático trámite que en poco ayuda a que la gente fume de manera legal.

Tampoco hay previsiones claras sobre el destino de los recursos que se generen por la comercialización de la marihuana; no hay previsiones sobre creación y financiamiento de centros de atención y prevención de adicciones, que son muy necesarios para evitar que la decisión personal de fumar marihuana se transforme en un problema de salud pública mayor. Falla la reforma en esto y es un error garrafal.

Entre otros muchos defectos, la reforma también falla al no incluir a los municipios y estados que son quienes resentirán el impacto directo de esta transformación jurídica, pues tendrán que emitir permisos para el establecimiento de las asociaciones de consumo, así como disponer, con sus recursos limitados, de mecanismos de atención a personas que fumen marihuana y que requieran alguna atención. La reforma cree que todo se puede regular desde la Federación sin ver que la realidad del cambio social se va a dar en los municipios y eso es una grave falla legislativa.

Pero a pesar de todas estas fallas y otras para las que no alcanza este espacio, esta reforma es mucho mejor que lo que tenemos actualmente y hay que celebrarla. Ahora irá a la Cámara de Diputados para su aprobación y en un año habrá que revisarla y, ojalá que en ese entonces haya ojos distintos y voluntades diferentes para corregir lo que no se logró en esta ocasión.

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